31/10/09
Las moscas
23:17 | Publicado por
Pilar González Modino |
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Este verano interminable convierte en relevantes a esas viejas moscas voraces, vulgares, inevitables y golosas que, si el clima siguiera el curso natural del tiempo, a estas alturas del año serían invisibles. No hibernan las moscas, pero es cierto que en invierno desaparecen, o, al menos, no rondan tanto ni tan insistentemente nuestras vidas.
Las moscas aparecen siempre con el calor, como muestra palpable de la ley física que afirma que el calor corrompe y el frío conserva. Son pegajosas y zumbonas y no se caracterizan por vivir en lugares limpios y ventilados, se desenvuelven mejor en los ambientes pesados, lúgubres y hediondos. Todo el mundo sabe a dónde acuden las moscas.
Hasta en la extraordinaria novela de Holding, las moscas rodean la cabeza del cerdo convirtiéndolo en el tótem de la tribu, en “el señor de las moscas”.
En estos últimos días, la política se ha visto invadida por un enjambre de moscas corruptas que ha dejado un tufillo pestilente y demasiado extenso: caso Gürtel en Valencia y en Madrid, caso Pretoria en Santa Coloma de Gramanet, caso del Palau de la Música en Barcelona, caso Mercasevilla en Sevilla.... una serie que aún no ha terminado. La corrupción era una característica del sistema bipartidista español del siglo XIX. Y ahora, en el siglo XXI, todavía no hemos conseguido erradicarla y aparece de nuevo con fuerza inusitada. Cuando la corrupción lame los cimientos de la política, además de pedir disculpas, es hora de actuar, de tomar decisiones y de ventilar las estancias para sanear los partidos y la sociedad. Y no cabe otra decisión más que la de tolerancia cero frente a la corrupción. Tolerancia cero desde la política y desde la sociedad. Y reformas en las leyes para erradicarla.
Hay moscas corruptas y moscas tontas. La peor de todas es una especie de mosca “corruptonta”, que, avariciosa y egoísta, acaba presa de su estupidez. Probablemente pensando en ellas Samaniego escribió los célebres versos que aprendimos en el colegio:
Las moscas aparecen siempre con el calor, como muestra palpable de la ley física que afirma que el calor corrompe y el frío conserva. Son pegajosas y zumbonas y no se caracterizan por vivir en lugares limpios y ventilados, se desenvuelven mejor en los ambientes pesados, lúgubres y hediondos. Todo el mundo sabe a dónde acuden las moscas.
Hasta en la extraordinaria novela de Holding, las moscas rodean la cabeza del cerdo convirtiéndolo en el tótem de la tribu, en “el señor de las moscas”.
En estos últimos días, la política se ha visto invadida por un enjambre de moscas corruptas que ha dejado un tufillo pestilente y demasiado extenso: caso Gürtel en Valencia y en Madrid, caso Pretoria en Santa Coloma de Gramanet, caso del Palau de la Música en Barcelona, caso Mercasevilla en Sevilla.... una serie que aún no ha terminado. La corrupción era una característica del sistema bipartidista español del siglo XIX. Y ahora, en el siglo XXI, todavía no hemos conseguido erradicarla y aparece de nuevo con fuerza inusitada. Cuando la corrupción lame los cimientos de la política, además de pedir disculpas, es hora de actuar, de tomar decisiones y de ventilar las estancias para sanear los partidos y la sociedad. Y no cabe otra decisión más que la de tolerancia cero frente a la corrupción. Tolerancia cero desde la política y desde la sociedad. Y reformas en las leyes para erradicarla.
Hay moscas corruptas y moscas tontas. La peor de todas es una especie de mosca “corruptonta”, que, avariciosa y egoísta, acaba presa de su estupidez. Probablemente pensando en ellas Samaniego escribió los célebres versos que aprendimos en el colegio:
De estas me dicen que rondan en algún pueblo serrano. Menos mal que está cerca el invierno.“A un panal de rica miel
dos mil moscas acudieron,
que por golosas murieron
presas de patas en él”
Etiquetas:
corrupción política
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3 comentarios:
Lo peor de todo es que llevabamos años viendo moscas por muchos sitios y contemplábamos indignados como a nadie parecía importarle, ni nadie hacía nada al respecto...
Hola, soy Antonio desde Almería. Curioso, Pilar, usted que sabe Historia recordará que no es la primera vez que un sistema bipartidista (tal y como bien refleja en su artículo) crea esas redes de clientelismo y dependencia, donde quien está en el poder lucha con quien quiere conseguirlo por establecer una cadena de favores y de pleitesías que son recompensadas cuando llega el momento apropiado. Hoy más que nunca vemos que sigue siendo importante la red clientelar que caracterizaba a los políticos del XIX que a base de practicarlo creo que llegaron a entenderlo como algo lógico ligado al desarrollo político, y no se entendían las elecciones sin el famoso "pucherazo". Desde el Partido Andalucista y desde la seguridad que ofrece no aparecer en ninguna de estas repugnantes redes corruptas es el momento de dejar claro que ustedes ven las cosas de otra manera, que ustedes no son como ellos; el andalucismo puede crecer mucho en las elecciones si la gente se percata de que el partido es limpio y que además desde el propio partido hay mecanismos para intentar el compromiso moral de sus representantes. Es ahora o nunca. Siga así y no cambie verá como el tiempo la va a recompensar.
Las moscas que hayan que se vayan a donde ya sabemos. Al andalucismo no le hace falta ese tipo de gente, todo lo contrario, hacen falta otras personas.
Andalucistas hay en todas partes, por cada supuestoandalucista comprado, saldrán tres o cuatro. Ánimo y siempre de frente.
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