25/9/13
9:54 | Publicado por
Pilar González Modino |
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Imágenes de otoño
Suavemente, sin apenas
notarlo en la piel, un nuevo otoño llega al calendario. La luz decrece poco a
poco, el amanecer es fresco, los colores que nos rodean se van haciendo
semejantes a los colores de la tierra. Tal vez pronto lleguen las lluvias. En
los rituales agrícolas es tiempo de sementera, tiempo fecundo, tiempo de
esperanza imprescindible.
Dicen los periódicos que
este otoño nos traerá meteoritos, eclipses y el tradicional cambio de hora.
Desde 1942 y por decisión de Franco para congraciarse con los nazis, el horario
de España es el de Berlín; la dictadura se impuso a la geografía y poco importó
que el meridiano de Greenwich pase por Castellón y que hasta ese momento los
relojes de la península marcaran la misma hora que los de Canarias o Londres.
El dictador eligió bando y decidió desfasar el sol de nuestras vidas. Hasta en algo tan aparentemente inocuo como la medida del tiempo su huella aún
se nota. Parece ser que los actuales miembros del Congreso se están planteando recuperar
el horario anterior para poder conciliar mejor el tiempo de trabajo fuera de
casa con el tiempo familiar. Ojalá la preocupación por el tiempo de trabajo
fuese suficiente para disminuir la lista de personas en paro más larga de
nuestra historia.
Hace semanas que los
periódicos no dicen nada sobre Gibraltar. O era una canción del verano o el
conflicto se ha solucionado solo y ya no hay disputas de banderas y
salvapatrias en la tierra de Andalucía. Menos mal que las y los andaluces del
Campo de Gibraltar saben que ni la Royal
Navy ni la Armada
Invencible van a resolver ni uno solo de sus problemas. Es
gente de luz la que habita esa bahía.
Los periódicos traerán
malas noticias este otoño: el recorte, llamado reforma, de las pensiones
públicas que nos hará más pobres a todos y con la que unos pocos harán negocio
a través de los planes de pensiones que ofrecen los bancos. Muchos más jóvenes
brillantes se marcharán a buscar trabajo y esperanza fuera de nuestra tierra.
Habrá menos dinero en la sanidad pública para que la sanidad privada, con el
real ejemplo, sea negocio. Recortes en educación que a veces ni siquiera el
esfuerzo de los maestros y maestras pueden contrarrestar…. Y a pesar de todo, los periódicos dirán que
la crisis se está acabando, que hemos tocado fondo, estamos saliendo de la
recesión y que vienen tiempos mejores. Y querremos creerlo aunque no sea cierto
porque necesitamos tener esperanza para vivir.
En una de mis películas
favoritas, un profesor universitario a punto de jubilarse se despide de sus
alumnos pidiéndoles que no renuncien al dolor de la lucidez. Pues eso. Y que el
otoño les sea abundante en esperanza.
18/8/13
Le asesinaron y se hizo luz
14:18 | Publicado por
Pilar González Modino |
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He estado en la casa de Federico en la Huerta de San Vicente sólo una vez. No creo que vuelva. Fui con un buen amigo granaíno, pariente lejano del poeta, y un pequeño grupo (4 ó 5) de forasteros como yo. Nos dejaron hacer la visita a nuestro aire. Era una tarde fresca de primavera reciente. Pasaron pequeñas cosas, como ángeles invisibles, la "Baladilla" desaparecida de las obras completas (la recitamos de memoria a dúo mi amigo y yo), el silencio del aire y de los teléfonos, la emoción en la piel ante el cartel de la barraca..... Un físico me explicó una vez que las partículas más pequeñas de la realidad son los fotones, las partículas de la luz. Desde esa tarde en Granada sé que muy pocas veces la muerte puede convertirse en luz. Le asesinaron y se hizo luz.
Mi homenaje con los versos de Cernuda (del poeta al demiurgo):
Así como en la roca nunca vemos
La clara flor abrirse,
Entre un pueblo hosco y duro
No brilla hermosamente
El fresco y alto ornato de la vida.
Por esto te mataron, porque eras
Verdor en nuestra tierra árida
Y azul en nuestro oscuro aire.
Leve es la parte de la vida
Que como dioses rescatan los poetas.
El odio y destrucción perduran siempre
Sordamente en la entraña
Toda hiel sempiterna del español terrible,
Que acecha lo cimero
Con su piedra en la mano.
Triste sino nacer
Con algún don ilustre
Aquí, donde los hombres
En su miseria sólo saben
El insulto, la mofa, el recelo profundo
Ante aquel que ilumina las palabras opacas
Por el oculto fuego originario.
La sal de nuestro mundo eras,
Vivo estabas como un rayo de sol,
Y ya es tan sólo tu recuerdo
Quien yerra y pasa, acariciando
El muro de los cuerpos
Con el dejo de las adormideras
Que nuestros predecesores ingirieron
A orillas del olvido.
Si tu ángel acude a la memoria,
Sombras son estos hombres
Que aún palpitan tras las malezas de la tierra;
La muerte se diría
Más viva que la vida
Porque tú estás con ella,
Pasado el arco de tu vasto imperio,
Poblándola de pájaros y hojas
Con tu gracia y tu juventud incomparables.
Aquí la primavera luce ahora.
Mira los radiantes mancebos
Que vivo tanto amaste
Efímeros pasar junto al fulgor del mar.
Desnudos cuerpos bellos que se llevan
Tras de sí los deseos
Con su exquisita forma, y sólo encierran
Amargo zumo, que no alberga su espíritu
Un destello de amor ni de alto pensamiento.
Igual todo prosigue,
Como entonces, tan mágico,
Que parece imposible
La sombra en que has caído.
Mas un inmenso afán oculto advierte
Que su ignoto aguijón tan sólo puede
Aplacarse en nosotros con la muerte,
Como el afán del agua,
A quien no basta esculpirse en las olas,
Sino perderse anónima
En los limbos del mar.
Pero antes no sabías
La realidad más honda de este mundo:
El odio, el triste odio de los hombres,
Que en ti señalar quiso
Por el acero horrible su victoria,
Con tu angustia postrera
Bajo la luz tranquila de Granada,
Distante entre cipreses y laureles,
Y entre tus propias gentes
Y por las mismas manos
Que un día servilmente te halagaran.
Para el poeta la muerte es la victoria;
Un viento demoníaco le impulsa por la vida,
Y si una fuerza ciega
Sin comprensión de amor
Transforma por un crimen
A ti, cantor, en héroe,
Contempla en cambio, hermano,
Cómo entre la tristeza y el desdén
Un poder más magnánimo permite a tus amigos
En un rincón pudrirse libremente.
Tenga tu sombra paz,
Busque otros valles,
Un río donde del viento
Se lleve los sonidos entre juncos
Y lirios y el encanto
Tan viejo de las aguas elocuentes,
En donde el eco como la gloria humana ruede,
Como ella de remoto,
Ajeno como ella y tan estéril.
Halle tu gran afán enajenado
El puro amor de un dios adolescente
Entre el verdor de las rosas eternas;
Porque este ansia divina, perdida aquí en la tierra,
Tras de tanto dolor y dejamiento,
Con su propia grandeza nos advierte
De alguna mente creadora inmensa,
Que concibe al poeta cual lengua de su gloria
Y luego le consuela a través de la muerte.
Las nubes (1936-40)
23/7/13
Sí, podemos
13:04 | Publicado por
Pilar González Modino |
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Había veranos azules cuando éramos niños, era el tiempo detenido, perfecto, por la ausencia de límites. Era el tiempo de la belleza irrecuperable de la inocencia, cuando todo era, aún, posible. La belleza rotunda de los paraísos perdidos. Cuando todo lo que estaba a nuestro alcance, desde un helado hasta una excursión al río, tenía un sentido mágico por más modesto que fuera.
Ya no hay veranos azules. La madurez significa la consciencia de los límites (del tiempo y de todo), un instante diario de belleza apenas perceptible salvo para nuestros ojos, la sustitución de la magia por la pasión y de la inocencia por la serenidad. Y la certeza de que quedan muy pocas utopías posibles por las que habrá que seguir luchando.
Mi utopía particular tiene mucho que ver con la esperanza. Vivimos un cambio de época que parecía una crisis y es, en realidad, una quiebra profunda en los cimientos de nuestra sociedad. Se desmoronan por inservibles las viejas certezas y emergen incertidumbres y esperanzas. Los cambios de época no son una novedad en la historia de la Humanidad, pero sí son nuevos para la generación o generaciones (tenemos hijos y padres) a las que les toca vivirlos. En mitad de las contradicciones y del conflicto nos encontramos, a veces, desorientados y nos sentimos vulnerables.
En días como estos, en los que las cloacas de la corrupción se desbordan y nos muestran la realidad descarnada de la financiación ilegal del PP con dinero de donantes oscuros a cambio de favores del poder; días en los que sabemos que la prensa, que debería gestionar nuestro derecho a la información, tiene sus propios objetivos a la sombra de algún poder; días en los que tienen mucho poder quienes no han ganado ninguna elección democrática, como Almunia, por ejemplo… en días como estos en los que el paraíso parece más perdido que nunca, la utopía es una pequeña certeza que emerge reciente: “poder” no es sólo un sustantivo, sino también un verbo.
Y como verbo se conjuga con personas, desde dentro hacia fuera, en singular y en plural.
Y como verbo no requiere adjetivos o adornos, sólo necesita el sujeto para tener sentido.
Y como verbo su acción es rotunda y clara.
Y esto que parece gramática o poética, es, en realidad, política: el “Sí, se puede”, el “podemos” (nosotros) es el grito más innovador y más lúcido de este cambio de época. Es el grito de la esperanza. Por eso me gusta oírlo y pronunciarlo en la calle.
No volveremos a los veranos azules ni a los paraísos perdidos, pertenecen a la memoria luminosa. Pero podemos construir un mundo habitable a partir de la lucha cotidiana desalojando a quienes consideran el poder como un sustantivo del que apropiarse. Es la belleza irrenunciable de las utopías.
8/7/13
12:39 | Publicado por
Pilar González Modino |
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Matrioskas, las muñecas rusas
Vladimir me regaló como despedida una muñeca rusa.
“Matrioska –me dijo- una artesanía de mi país. Es un juguete, tiene una razón y
una función, no es un souvenir”. Vladimir fue uno de los personajes más
interesantes que conocí mientras organizábamos la Exposición Universal de
Sevilla. Era un hombre sabio, matemático y filósofo, trabajando de comerciante,
de aspecto impecable y unos ojos azules tan brillantes como tristes. Siempre me
sorprendía, un día me hablaba sobre las obras de arte del Hermitage y otro me
preguntaba la diferencia entre el capitalismo y la usura. Yo fabulaba pensando
que, en realidad, era un espía. Sobre todo aquel día de otoño de 1991 en que me
dijo, desolado, “me he quedado sin patria” (la URSS se disolvía como un
azucarillo).
Las primeras matrioskas tienen más de cien años y se
inspiraron en muñecas similares de origen japonés. Todas se construyen a partir
de un mismo bloque de madera de tilo, se guardan unas dentro de otras, desde 5
hasta el número que se desee, siempre impar. La más pequeña es la única pieza
entera. Son multicolores y diferentes entre sí. Todas son necesarias y hay
quien quiere atribuirles simbolismo de fecundidad.
Con todo lo que acontece en estos días, cuando el
Presidente de la Junta de Andalucía se afana en explicar como estrategia de
renovación lo que parece una huída, cuando tenemos imputados a una lista
interminable de altos cargos, cuando es inexplicable que la instrucción del
caso ERE sea más larga que nuestra paciencia y cuando la derecha más dura desde
la transición emprende su cruzada centralista contra Andalucía a lomos del
recurso al Tribunal Constitucional (las oposiciones de los profesores, los
medicamentos, el Guadalquivir, el decreto de la vivienda…), tal vez la
respuesta a tanta podredumbre está en el enigma de las matrioskas.
Probablemente la respuesta a este derrumbe se encuentra en
una opción confiable, honesta y fecunda. Una opción donde las piezas encajen
unas sobre otras, como construidas en buena madera. Una opción en la que la
diversidad sea riqueza y no obstáculo para la coherencia. Una matrioska
imposible sin cada una de sus partes, tallada con la necesaria alianza entre
las mujeres y los hombres progresistas, entre quienes defendemos la justicia
social y la igualdad, entre quienes consideramos que los servicios públicos son
nuestro patrimonio, entre clases medias y trabajadoras, entre quienes
entendemos que la unidad no es el bipartidismo y sus pactos (135CE), entre
quienes queremos poder ciudadano frente al poder financiero, entre quienes
somos conscientes de que el sistema económico tiene que tener en cuenta los
límites físicos del planeta, entre quienes sabemos que España es una entelequia
como estado y que lo real son los pueblos que la habitan, con sus identidades y
sus culturas. Una alianza como respuesta frente al enemigo.
Esa opción no es para crecer. Es para ganar. Esa es su
razón y su función. Conservo mi matrioska completa y cerrada. Sé que sin cada
una de sus partes está hueca y sé que sus partes separadas no son más que un
pequeño puzle inútil. Sé que la unidad contiene el plural. Ella lo sabe
también. Y sonríe enigmática.
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