25/9/13
Imágenes de otoño




Suavemente, sin apenas notarlo en la piel, un nuevo otoño llega al calendario. La luz decrece poco a poco, el amanecer es fresco, los colores que nos rodean se van haciendo semejantes a los colores de la tierra. Tal vez pronto lleguen las lluvias. En los rituales agrícolas es tiempo de sementera, tiempo fecundo, tiempo de esperanza imprescindible.

Dicen los periódicos que este otoño nos traerá meteoritos, eclipses y el tradicional cambio de hora. Desde 1942 y por decisión de Franco para congraciarse con los nazis, el horario de España es el de Berlín; la dictadura se impuso a la geografía y poco importó que el meridiano de Greenwich pase por Castellón y que hasta ese momento los relojes de la península marcaran la misma hora que los de Canarias o Londres. El dictador eligió bando y decidió desfasar el sol de nuestras vidas.  Hasta en algo tan aparentemente  inocuo como la medida del tiempo su huella aún se nota. Parece ser que los actuales miembros del Congreso se están planteando recuperar el horario anterior para poder conciliar mejor el tiempo de trabajo fuera de casa con el tiempo familiar. Ojalá la preocupación por el tiempo de trabajo fuese suficiente para disminuir la lista de personas en paro más larga de nuestra historia.

Hace semanas que los periódicos no dicen nada sobre Gibraltar. O era una canción del verano o el conflicto se ha solucionado solo y ya no hay disputas de banderas y salvapatrias en la tierra de Andalucía. Menos mal que las y los andaluces del Campo de Gibraltar saben que ni la Royal Navy ni la Armada Invencible van a resolver ni uno solo de sus problemas. Es gente de luz la que habita esa bahía.

Los periódicos traerán malas noticias este otoño: el recorte, llamado reforma, de las pensiones públicas que nos hará más pobres a todos y con la que unos pocos harán negocio a través de los planes de pensiones que ofrecen los bancos. Muchos más jóvenes brillantes se marcharán a buscar trabajo y esperanza fuera de nuestra tierra. Habrá menos dinero en la sanidad pública para que la sanidad privada, con el real ejemplo, sea negocio. Recortes en educación que a veces ni siquiera el esfuerzo de los maestros y maestras pueden contrarrestar….  Y a pesar de todo, los periódicos dirán que la crisis se está acabando, que hemos tocado fondo, estamos saliendo de la recesión y que vienen tiempos mejores. Y querremos creerlo aunque no sea cierto porque necesitamos tener esperanza para vivir.


En una de mis películas favoritas, un profesor universitario a punto de jubilarse se despide de sus alumnos pidiéndoles que no renuncien al dolor de la lucidez. Pues eso. Y que el otoño les sea abundante en esperanza.
18/8/13

Le asesinaron y se hizo luz



He estado en la casa de Federico en la Huerta de San Vicente sólo una vez. No creo que vuelva. Fui con un buen amigo granaíno, pariente lejano del poeta, y un pequeño grupo (4 ó 5) de forasteros como yo. Nos dejaron hacer la visita a nuestro aire. Era una tarde fresca de primavera reciente. Pasaron pequeñas cosas, como ángeles invisibles, la "Baladilla" desaparecida de las obras completas (la recitamos de memoria a dúo mi amigo y yo), el silencio del aire y de los teléfonos, la emoción en la piel ante el cartel de la barraca..... Un físico me explicó una vez que las partículas más pequeñas de la realidad son los fotones, las partículas de la luz. Desde esa tarde en Granada sé que muy pocas veces la muerte puede convertirse en luz. Le asesinaron y se hizo luz. 

Mi homenaje con los versos de Cernuda (del poeta al demiurgo):


Así como en la roca nunca vemos

La clara flor abrirse,

Entre un pueblo hosco y duro

No brilla hermosamente

El fresco y alto ornato de la vida.

Por esto te mataron, porque eras

Verdor en nuestra tierra árida

Y azul en nuestro oscuro aire.




Leve es la parte de la vida

Que como dioses rescatan los poetas.

El odio y destrucción perduran siempre

Sordamente en la entraña

Toda hiel sempiterna del español terrible,

Que acecha lo cimero

Con su piedra en la mano.



Triste sino nacer

Con algún don ilustre

Aquí, donde los hombres

En su miseria sólo saben

El insulto, la mofa, el recelo profundo

Ante aquel que ilumina las palabras opacas

Por el oculto fuego originario.



La sal de nuestro mundo eras,

Vivo estabas como un rayo de sol,

Y ya es tan sólo tu recuerdo

Quien yerra y pasa, acariciando

El muro de los cuerpos

Con el dejo de las adormideras

Que nuestros predecesores ingirieron

A orillas del olvido.



Si tu ángel acude a la memoria,

Sombras son estos hombres

Que aún palpitan tras las malezas de la tierra;

La muerte se diría

Más viva que la vida

Porque tú estás con ella,

Pasado el arco de tu vasto imperio,

Poblándola de pájaros y hojas

Con tu gracia y tu juventud incomparables.



Aquí la primavera luce ahora.

Mira los radiantes mancebos

Que vivo tanto amaste

Efímeros pasar junto al fulgor del mar.

Desnudos cuerpos bellos que se llevan

Tras de sí los deseos

Con su exquisita forma, y sólo encierran

Amargo zumo, que no alberga su espíritu

Un destello de amor ni de alto pensamiento.



Igual todo prosigue,

Como entonces, tan mágico,

Que parece imposible

La sombra en que has caído.

Mas un inmenso afán oculto advierte

Que su ignoto aguijón tan sólo puede

Aplacarse en nosotros con la muerte,

Como el afán del agua,

A quien no basta esculpirse en las olas,

Sino perderse anónima

En los limbos del mar.



Pero antes no sabías

La realidad más honda de este mundo:

El odio, el triste odio de los hombres,

Que en ti señalar quiso

Por el acero horrible su victoria,

Con tu angustia postrera

Bajo la luz tranquila de Granada,

Distante entre cipreses y laureles,

Y entre tus propias gentes

Y por las mismas manos

Que un día servilmente te halagaran.



Para el poeta la muerte es la victoria;

Un viento demoníaco le impulsa por la vida,

Y si una fuerza ciega

Sin comprensión de amor

Transforma por un crimen

A ti, cantor, en héroe,

Contempla en cambio, hermano,

Cómo entre la tristeza y el desdén

Un poder más magnánimo permite a tus amigos

En un rincón pudrirse libremente.



Tenga tu sombra paz,

Busque otros valles,

Un río donde del viento

Se lleve los sonidos entre juncos

Y lirios y el encanto

Tan viejo de las aguas elocuentes,

En donde el eco como la gloria humana ruede,

Como ella de remoto,

Ajeno como ella y tan estéril.



Halle tu gran afán enajenado

El puro amor de un dios adolescente

Entre el verdor de las rosas eternas;

Porque este ansia divina, perdida aquí en la tierra,

Tras de tanto dolor y dejamiento,

Con su propia grandeza nos advierte

De alguna mente creadora inmensa,

Que concibe al poeta cual lengua de su gloria

Y luego le consuela a través de la muerte.

Las nubes (1936-40)
23/7/13

Sí, podemos




Había veranos azules cuando éramos niños, era el tiempo detenido, perfecto, por  la ausencia de límites. Era el tiempo de la belleza irrecuperable de la inocencia, cuando todo era, aún, posible. La belleza rotunda de los paraísos perdidos. Cuando todo lo que estaba a nuestro alcance, desde un helado hasta una excursión al río, tenía un sentido mágico por más modesto que fuera.

Ya no hay veranos azules. La madurez significa la consciencia de los límites (del tiempo y de todo), un instante diario de belleza apenas perceptible salvo para nuestros ojos, la sustitución de la magia por la pasión y de la inocencia por la serenidad. Y la certeza de que quedan muy pocas utopías posibles por las que habrá que seguir luchando.

Mi utopía particular tiene mucho que ver con la esperanza. Vivimos un cambio de época que parecía una crisis y es, en realidad, una quiebra profunda en los cimientos de nuestra sociedad. Se desmoronan por inservibles las viejas certezas y emergen incertidumbres y esperanzas. Los cambios de época no son una novedad en la historia de la Humanidad, pero sí son nuevos para la generación o generaciones (tenemos hijos y padres) a las que les toca vivirlos. En mitad de las contradicciones y del conflicto nos encontramos, a veces, desorientados y nos sentimos vulnerables.

En días como estos, en los que las cloacas de la corrupción se desbordan y nos muestran la realidad descarnada de la financiación ilegal del PP con dinero de donantes oscuros a cambio de favores del poder; días en los que sabemos que la prensa, que debería gestionar nuestro derecho a la información, tiene sus propios objetivos a la sombra de algún poder; días en los que tienen mucho poder quienes no han ganado ninguna elección democrática, como Almunia, por ejemplo… en días como estos en los que el paraíso parece más perdido que nunca, la utopía es una pequeña certeza que emerge reciente: “poder” no es sólo un sustantivo, sino también un verbo.

Y como verbo se conjuga con personas, desde dentro hacia fuera, en singular y en plural. 

Y como verbo no requiere adjetivos o adornos, sólo necesita el sujeto para tener sentido. 

Y como verbo su acción es rotunda y clara.

Y esto que parece gramática o poética, es, en realidad, política: el “Sí, se puede”, el “podemos” (nosotros) es el grito más innovador y más lúcido de este cambio de época. Es el grito de la esperanza. Por eso me gusta oírlo y pronunciarlo en la calle.

No volveremos a los veranos azules ni a los paraísos perdidos, pertenecen a la memoria luminosa. Pero podemos construir un mundo habitable a partir de la lucha cotidiana desalojando a quienes consideran el poder como un sustantivo del que apropiarse. Es la belleza irrenunciable de las utopías.
8/7/13

Matrioskas, las muñecas rusas


Vladimir me regaló como despedida una muñeca rusa. “Matrioska –me dijo- una artesanía de mi país. Es un juguete, tiene una razón y una función, no es un souvenir”. Vladimir fue uno de los personajes más interesantes que conocí mientras organizábamos la Exposición Universal de Sevilla. Era un hombre sabio, matemático y filósofo, trabajando de comerciante, de aspecto impecable y unos ojos azules tan brillantes como tristes. Siempre me sorprendía, un día me hablaba sobre las obras de arte del Hermitage y otro me preguntaba la diferencia entre el capitalismo y la usura. Yo fabulaba pensando que, en realidad, era un espía. Sobre todo aquel día de otoño de 1991 en que me dijo, desolado, “me he quedado sin patria” (la URSS se disolvía como un azucarillo).

Las primeras matrioskas tienen más de cien años y se inspiraron en muñecas similares de origen japonés. Todas se construyen a partir de un mismo bloque de madera de tilo, se guardan unas dentro de otras, desde 5 hasta el número que se desee, siempre impar. La más pequeña es la única pieza entera. Son multicolores y diferentes entre sí. Todas son necesarias y hay quien quiere atribuirles simbolismo de fecundidad.

Con todo lo que acontece en estos días, cuando el Presidente de la Junta de Andalucía se afana en explicar como estrategia de renovación lo que parece una huída, cuando tenemos imputados a una lista interminable de altos cargos, cuando es inexplicable que la instrucción del caso ERE sea más larga que nuestra paciencia y cuando la derecha más dura desde la transición emprende su cruzada centralista contra Andalucía a lomos del recurso al Tribunal Constitucional (las oposiciones de los profesores, los medicamentos, el Guadalquivir, el decreto de la vivienda…), tal vez la respuesta a tanta podredumbre está en el enigma de las matrioskas.

Probablemente la respuesta a este derrumbe se encuentra en una opción confiable, honesta y fecunda. Una opción donde las piezas encajen unas sobre otras, como construidas en buena madera. Una opción en la que la diversidad sea riqueza y no obstáculo para la coherencia. Una matrioska imposible sin cada una de sus partes, tallada con la necesaria alianza entre las mujeres y los hombres progresistas, entre quienes defendemos la justicia social y la igualdad, entre quienes consideramos que los servicios públicos son nuestro patrimonio, entre clases medias y trabajadoras, entre quienes entendemos que la unidad no es el bipartidismo y sus pactos (135CE), entre quienes queremos poder ciudadano frente al poder financiero, entre quienes somos conscientes de que el sistema económico tiene que tener en cuenta los límites físicos del planeta, entre quienes sabemos que España es una entelequia como estado y que lo real son los pueblos que la habitan, con sus identidades y sus culturas. Una alianza como respuesta frente al enemigo.

Esa opción no es para crecer. Es para ganar. Esa es su razón y su función. Conservo mi matrioska completa y cerrada. Sé que sin cada una de sus partes está hueca y sé que sus partes separadas no son más que un pequeño puzle inútil. Sé que la unidad contiene el plural. Ella lo sabe también. Y sonríe enigmática.

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by Carlos Azagra