30/6/12
7:53 | Publicado por
Pilar González Modino |
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MUJERES DE UTOPÍA
Sólo estudié griego
durante un curso, hace muchos años, en aquel lejano 3º de BUP. Tuve un profesor
extraordinario, tal vez por eso no he olvidado nunca las nociones que aprendí.
Entre toda la clase hicimos un cuaderno al que llamamos “Etimologías” y ahí
íbamos descubriendo y anotando el origen de las palabras, su significado
primero. Desde entonces tengo la costumbre de hacerlo. Desde entonces me gustan
los diccionarios.
La palabra utopía tiene
dos orígenes posibles. Ou-topía quiere decir “sin lugar”, “lugar que no existe”. Y Eu-topía es un “buen lugar”. Visto en perspectiva, el significado es una combinación de ambos: un buen lugar
que no existe. Siempre pensé que el significado original de las palabras era
“el nombre exacto de las cosas”.
Hasta hace muy pocos
días. En esta semana conocí la Corrala Utopía en Sevilla. Es un edificio
situado en la Ronda de San Lázaro, de construcción reciente y buen aspecto, y
ocupado por 36 familias desahuciadas de sus domicilios. Con la luz y el agua cortados
por orden de alguna autoridad incompetente, allí viven alrededor de 100
personas. La mayoría de los adultos sin trabajo o jubilados. Y muchos niños. Y
mujeres, muchas mujeres. Mujeres que estremecen porque encarnan con toda
naturalidad el coraje y la dignidad del ser humano. Mujeres que son el alma de
esta convivencia convertida en comunidad, en patio de vecinos. Utopía es un
buen lugar que existe en Sevilla porque ellas se han empeñado, porque ellas lo
han hecho posible.
Mujeres que han sido capaces
de transformarse a sí mismas y de transformar la realidad que las machacaba.
“Yo nunca pensé que podía ir a la cárcel –me dijo Manuela, viuda, pensionista,
65 años- pero ahora pienso que si tengo que ir, iré. Pero mis hijos tienen un
techo”. Nunca he visto un ejemplo más
claro y más lúcido de empoderamiento de la ciudadanía. Con apoyo de activistas
del movimiento 15M, se han organizado en diferentes equipos de trabajo, toman
decisiones y resuelven los conflictos de la convivencia en asambleas de todos
los vecinos. Y se cuidan unos a otros.
Es una ocupación
“alegal”, al margen de la ley. Me niego a calificarla de ilegal porque, aún sin
ser jurista, mi entendimiento alcanza a comprender que los derechos son más
importantes que las leyes. Y que hay derechos, como todos los que protegen a la
infancia y el propio derecho a la vivienda, que se están vulnerando en
Andalucía en el siglo XXI. Y que, por eso, hay que cambiar algunas leyes, o
escribir leyes nuevas que respondan a los problemas reales de la gente y que
desarrollen los derechos que tenemos reconocidos los ciudadanos y ciudadanas. Y
si no lo hacen los legisladores, lo propondremos desde la ciudadanía, lo
propondremos quienes pensamos que la Política tiene que servir para transformar
la realidad. Porque no puede haber vidas al margen.
Manuela es amable,
morena, alta, guapa. Me bastó oírla hablar una mijina para reconocer el acento de mi madre, para oír la música con
la que aprendí a hablar. Manuela sabe que dulzainas son un montón de cosas
dulces antes que instrumentos musicales. Y que el verbo soñar se conjuga como
un verbo pronominal. Manuela se sueña viviendo en un piso chiquitito, con luz y
con agua y dentro de la ley. Manuela se sueña viviendo en un buen lugar que
existe porque ella, entre otros, lo ha hecho posible.
PD.: Ahora queda que los
demás hagamos algo: necesitan al menos cuatro neveras que funcionen con gas. Y
todos nosotros necesitamos una nueva ley sobre el uso social de la vivenda.
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